Hoy probé en carne propia como actúa el cuerpo en respuesta a un estímulo por baja temperatura. Desde hace tiempo sabía que tarde o temprano tendría que hacerlo: meterme en una tina de agua fría. Mientras comimos hoy, llené una tina con manguera. El agua estaba a 17 grados centígrados, así que no hubo necesidad de ponerle hielo, ¡ya estaba suficientemente fría para esta primera vez!
30 minutos después de comer decidí que era el momento y, aunque siempre nos han dicho que no hay que meterse a nadar después de comer, como no iba a nadar supuse que no habría problema. Afortunadamente no lo hubo.
Voy a tratar de resumir como regula la temeperatura nuestro cuerpo. Aprenderlo me resultó muy interesante porque empiezo a entender como reacciona ante el frío y porqué el agua fría nos resulta mucho mas impactante que el aire frío a temperaturas similares.
El cuerpo humano está formado por aproximadamente 50 mil millones de células (esta la unidad estructural mas pequeña en que puede dividirse un organismo y aún así mantener las características que asociamos con la vida). Las células trabajan de forma semi-autónoma en unidades colectivas (órganos), que aseguran el bienestar del cuerpo. Las células solo pueden vivir en un ambiente estable que les provea las condiciones donde puedan llevar a cabo sus funciones adecuadamente, por lo tanto, el cuerpo debe mantenerse balanceado en temperatura, hidratación y energía. Esto se llama homeostasis. Para lograrlo, nuestros cuerpos generan dos tipos de respuestas a los factores externos: respuestas inconscientes (automáticas), que son involuntarias (como sudar o temblar, vasoconstricción, reducir o generar mas orina, neutralizar y eliminar los ácidos que nuestros músculos producen…) y respuestas conscientes (como sentir hambre, sed o incomodidad térmica…), que nos incitan a llevar a cabo una o varias acciones -buscar y tomar agua, por ejemplo-. Con estas respuestas al frío o calor, a la hidratación y a la energía que necesitamos para funcionar, el cuerpo mantiene su temperatura, cantidad de agua y energía, lo mas estable posible. A esto me refiero a que se debe mantener balanceado.
Si hablamos solo de temperatura, los seres humanos somos animales homeotérmicos. Esto quiere decir que nuestro cuerpo debe regular la temperatura interna (independientemente de las condiciones exteriores) para mantener el ambiente estable que las células requieren. Por eso sudamos, temblamos y se nos pone piel de gallina y otras muchas respuestas al calor o frío. La temperatura interna del núcleo de nuestro cuerpo debe mantenerse dentro de un pequeño rango que ronda los 37° centígrados. Una variación pequeña, de tan solo medio grado centígrado, desencadena respuestas termorregulatorias.
Las reacciones químicas que ocurren en nuestras células generan calor. En estado de reposo, nuestro metabolismo produce unos 100 watts (mas o menos lo mismo que un foco incandecente) y en actividad física (ejercicio, por ejemplo) se incrementa a unos ¡1,500 watts! Este calor debe salir de nuestro cuerpo, y lo hace a través de varios mecanismos.
La segunda ley de la termodinámica establece que el calor fluye siempre de forma unidireccional de los elementos de mayor temperatura, hacia los de menor temperatura y, hasta lograr un equilibrio térmico. Nuestro cuerpo cumple esta ley y el calor pasa por nuestros tejidos y es transportado por la sangre para liberarse por la piel hacia el exterior. Esto se logra con dos (de cuatro) procesos físicos con los que el cuerpo intercambia calor con el ambiente: convección y conducción.
La convección se da, por ejemplo, cuando nuestra piel calienta las moléculas de aire (o agua) con las que está en contacto. Esto hace que al calentarse suban y tomen su lugar moléculas mas frías que a su vez se calientan y suben, por lo que toman su lugar otras mas frías que se calientan y… así sucesivamente. La conducción se da cuando nuestra piel está en contacto directo con una superficie. Nuestros pies con la tierra, por ejemplo, y el intercambio de calor se hace directo entre las moléculas.
Los otros dos son: radiación y evaporación. Podemos imaginarlos de forma sencilla si pensamos en los rayos del sol y en el sudor: la radiación la recibimos por ondas de energía que contienen fotones y la evaporación sucede cuando el sudor se vaporiza; cuando el líquido se transforma en gas.
El ser humano puede mantener su temperatura corporal simplemente modificando el flujo de la sangre (sin utilizar otros mecanismos de regulación como sudar o temblar) cuando se encuentra, sin ropa, a una temperatura entre 26-30ºC en aire y de 35-35.5ºC en agua. Este es su estado termoneutral. Por lo tanto, el equilibrio entre el calor que produce el cuerpo humano y el ambiente se mantiene, casi siempre, por medio de los controles de regulación que lleva a cabo nuestro cuerpo.
Si la temperatura de nuestro cuerpo baja, la actividad cerebral, y por lo tanto las funciones, se vuelven más lentas. Eventualmente pararían alrededor de los 17°C. Sin embargo, antes de que la temperatura del núcleo del cuerpo llegue a esa temperatura, las extremidades se enfrían pues el cuerpo vasoconstriñe nuestras venas de los brazos y piernas para mantener la sangre en el núcleo del cuerpo y trata de esa manera de proteger los órganos mas importantes.
Por esto, cuando sufrimos frío, temblamos, orinamos menos y después de un cierto tiempo, se entumen las manos y pies. Si lo han sentido, sabrán que hasta un moderado enfriamiento de las extremidades puede limitar su funcionalidad. Cuando temblamos de frío y tenemos las manos entumidas, llevar a cabo cualquier acción con ellas es muy difícil y en casos extremos hasta imposible.
En la tina a 17ºC no sabia cuanto tiempo iba a aguantar. Decidí que fueran por lo menos 5 minutos pero con ganas de 10. Meterme al agua no fue tan difícil. Creo que todos esos baños con agua fría han ayudado. Pero sabía que esta vez sería diferente… y lo fue. En total estuve 20 minutos en la tina. Los primeros 5 pasaron rápido, así que decidí quedarme 10. Estuve a punto de salirme pero decidí quedarme 5 mas para que fueran 15. Algo sucedió que, para cuando llegaron, sentía menos frío que antes y así fue que me quedé más. ¡En total sumaron 20!
El agua a 17°C no me provocó una sensación dolorosa como cuando probé meter, las piernas completas, en la Laguna del Sol, en el Nevado de Toluca en enero, con el agua a 6°C. Esa vez estuve en el agua como cinco minutos sintiendo como si me quemara la piel. A 17°C la sensación es como si no pudiera respirar al meter el pecho y la cara. Después es mas bien incómodo, no doloroso.
Lo que si me impactó de esta prueba fue que las manos las sentí entumidas 30 minutos después ¡de haberme salido del agua! Eso si que no lo esperaba y me hace pensar en como reacciona el cuerpo ante una inmersión en agua fría. Más allá de que, conscientemente, uno mismo aguante el golpe y trate de respirar con calma ante la primer reacción corporal, que es la sensación de no poder respirar; fisiológicamente se desencadenan varias respuestas y reflejos totalmente involuntarios e inconscientes.
Cuando intente cruzar el Canal de la Mancha en agosto de 2016, el agua estará entre 15 y 17ºC. Espero que estas pruebas, investigación y «sufrimiento» de ahora rindan frutos y me ayuden a soportar la temperatura del agua en ese momento.