El sábado pasado volví a hacer el triatlón sprint de Valle de Bravo. ¡Hace dos años fue mi primer triatlón! Además, siento como si fuera «de casa» porque todo me es mas familiar: el lugar, la ruta, el lago…
Estoy muy feliz del resultado. Lo terminé en 1:24. ¡9o lugar de mi categoría!
Definitivamente en dos años han cambiado muchas cosas en mi vida. No creo que haya cambios para mal, así que sobra decir que los cambios han sido positivos. Lo que si es que ha habido varios:
Casi parece hace mucho cuando ir a Valle era pensar en alguna cena en la terraza, o en la Pila Seca, sabiendo que terminaríamos muy tarde y bastante embrutecidos con unas ricas cubas. ¡Ay, como lo extraño a veces! Me he vuelto mucho mas medido y menos desvelado. Y ni que decir de antes, cuando aún fumaba. Ahora normalmente a las 11 me estoy ya muriendo de sueño. Tampoco quiero decir que me he convertido en un mojigato, para nada; si pudiera hacer todo lo haría con gusto sobrado. Pero después de una gran fiesta se que sigue un gran malestar; ¡ese no lo extraño nada! Y no es lo mismo el malestar de los veintitantos que el de los cuarenta-y-cachito, ¡no señor! cada vez dura más.
Lo que si me queda muy claro es que ningún extremo es bueno. Ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre. Ahora sigo disfrutando muchísimo los -normalmente- jueves en que nos reunimos con unos vinitos y nos desvelamos «muchísimo» (hasta la 1 o 2 am). Sin esos espacios muchas otras cosas disciplinadas no sabrían bien.
No pasé mi niñez ni pubertad jugando basket o fut, ni mucho menos compitiendo en algún equipo de natación o gimnasia. Mas bien me escondía para fumar y no perdía oportunidad para tomarme algunos vodkas en alguna fiesta (desarmadores era la onda en ese entonces). Aunque mis padres sí me quisieron inculcar las bondades del ejercicio… sin el ejemplo nada se inculca bien. Aunque, como sea, si fuí varios años a clases de karate y unas muchas veces también al gimnasio; el fut, basket o correr nunca fue «lo mio».
En fin, contento de haber hecho el Tri de Valle una vez más y triste a la vez porque será mi último triatlón hasta… ¡el Canal! Nunca digas nunca, pero ahora me toca enfocarme en nadar y nadar y nadar. Espero no cansarme. Y seguramente algunos días sacaré la bici y algunos otros correré un poco. No creo que mucho pero por lo menos para desempolvar la bici de vez en cuando y ¡no perder toda fuerza en las piernas!