Dormir a las 6 de la tarde para despertar a las 12 de la noche no fue fácil. Los nervios y la expectativa ante el esfuerzo que nos explicaron los guías que representará esta nueva experiencia, no ayudan a dormir a horas en las que normalmente no lo hacemos.
Estamos en la base del volcán Iztaccíhuatl (más conocido como «La Mujer Dormida» por la silueta que se ve desde la Cd. De México) desde hoy a las 9 de la mañana. Aquí pasaremos el resto del día, descansando lo mas posible, para aclimatarnos a la altura. Estamos a casi 4,000 msnm.
A la una de la mañana vamos a emprender el ascenso al volcán e intentaremos llegar a la cumbre a 5,400 metros sobre el nivel del mar…
La noche pasó rápido y dormí mal en tienda de campaña y bolsa de dormir, prácticamente sobre la tierra. El suelo se siente muy duro, después de unas horas cada lado que apoyo me duele. Para las 9 de la noche llevaba dormitando 3 horas. Me duelen ambas caderas y el coxis; ya no se como acomodarme. Tengo ganas de ir al baño y no se como podría salir de la tienda sin despertar a mis compañeros. No soy campista y se nota. Si lo fuera sabría que una colchoneta debajo de la bolsa haría todo más cómodo.
Por fin decidí salir de la casa de campaña a orinar. «Son las nueve», pensé. «Quizás pueda aguantar una hora mas, pero tarde que temprano y antes de las 12 voy a tener que salir y si no salgo de una vez, seguramente voy a descansar menos, así que vamos.» Con mucho trabajo y sigilo me incorporé, busqué mis botas y chamarra, busque el cierre de la «puerta» de la tienda y salí al exterior. Hacía frío, unos 0°C y todo estaba oscuro y en silencio. Un hermoso paisaje nocturno.
Caminé unos cuantos metros más allá de las demás tiendas y oriné. Enseguida sentí que comenzaba a desvanecerme, entonces me hinqué y apoye la cabeza en el suelo. Seguramente me desmayé solo unos segundos, lo suficiente para asustarme. ¿Que me pasa? No sé, seguramente la altura. Regreso a la tienda, entro a la bosa de dormir e intento conciliar el sueño. Espero no haber despertado a mis compañeros.
Ya es la 1 de la mañana y estamos listos para comenzar el ascenso. Mi primer ascenso de «alta montaña».
Los guías nos despertaron a las 12 y tuvimos 1 hora para despabilarnos, vestirnos y estar listos. Le comenté a uno de los guías mi desvanecimiento, se preocupó. Cuando le dije que había tomado una pastilla de melatonina parecería que se alegró porque estuvo seguro que esa fue la causa. Bien nos dijeron que no tomáramos nada porque con la altura los efectos de cualquier medicamento puede ser muy distintos. Así que quedamos en que observaría como me sentía y ante cualquier malestar avisaría de inmediato. No volví a sentirme mal.
A la 1 de la mañana partimos puntualmente. Bien abrigados y con nuestras mochilas lo mas ligeras posibles. Llevaban solo lo indispensable: 2 litros de agua, crampones para caminar en hielo, lentes de sol, bloqueador solar y alguna que otra mínima cosa mas. Llevamos casco y lámparas de minero. Caminamos con pasos cortos y pausados intentando ahorrar la mayor cantidad de energía.
El día anterior nos explicaron que el desgaste físico es fuerte y que hay que conservar energía lo mas posible. Hay dos diferencias muy grandes con la actividad física que estoy acostumbrado a hacer. Aquí, una vez que llegas a la cima, apenas has recorrido la mitad del camino. El regreso suele tan difícil, o más, que el ascenso porque además de que ya se acumuló el cansancio, ya no existe la motivación de llegar a la cima. Quienes hacemos triatlón o deportes de fondo estamos acostumbrados a tomar geles o barras de energía que nos ayudan. Justamente nos sugirieron no llevar y no tomarlos en la expedición. Hay una razón y es que estos geles son un golpe de energía que nos pueden ayudar a dar mas y a seguir con mas empuje pero no quiere decir que no haya cansancio y que no se siga acumulando. Por lo tanto, ayudarse a llegar con alimentos de ese tipo puede ser negativo pues durante el descenso puede realmente faltarnos fuerza para seguir. Aún así soy muy necio… lleve 2 «por si acaso» que afortunadamente no tomé.
A esta altura quienes no estamos «aclimatados», y aún con buena condición física, nos agitamos muy fácilmente. La reacción física a la altura no tiene que ver con la condición física, cada quién reacciona diferente y es aquí donde nos daremos cuenta como nos va. Me parece que nos hay forma de saber hasta estar ahí.
Y comenzó en ascenso…
Caminamos a buen paso, rítmico y constante. Casi en todo momento en fila india por las angostas veredas. En el campamento hay pastos, rocas y «arena» pero después de un poco tiempo de avanzar caí en cuenta que ya no había vegetación. Los paisajes desolados son muy diferentes a lo que estamos acostumbrados. Casi no nos damos cuenta ya, que vivimos rodeados de vida. Me explicaron mas tarde que mas arriba de 4,000 metros ya no hay flora y por lo tanto prácticamente tampoco hay fauna. Supongo que quizás algún águila que haya decidido volar alto o algún ratoncito que haya salido de excursión, pero será por un momento porque a fin de cuentas debe volver a un hábitat donde pueda alimentarse.
Esto quiere decir también que para los humanos la supervivencia a mas de 4,000 mts. seguramente se basa totalmente en los víveres que lleven. Arriba hay nieve y por lo tanto agua. Pero no hay una sola planta ni arbusto ni nada. El paisaje es impresionante.
2:46 am. 4,400m. Una parada para ponernos los crampones porque vamos a comenzar a caminar sobre hielo. La vista a la Ciudad de México es increíble. Las rocas de alrededor me hacen sentir como si estuviera en la luna viendo hacia la tierra. No hay plantas, no hay árboles, no hay nada mas que rocas, hielo y nosotros. Es de noche por lo tanto las formaciones rocosas apenas se distinguen a la luz de la luna y las estrellas. La luna esta grande y su luz azul nos brinda un paisaje cautivante, distinto a todo lo que estoy acostumbrado: frío, quieto y con una belleza hostil muy atractiva. Se que no pertenecenos y que estamos solo de visita. Una visita breve pero que hasta ahora nos muestra una cara terrestre diferente. Una cara terrestre como deben verse los demás planetas donde no hay vida, solo rocas, luz, oscuridad, frío y los sonidos que genera el viento.
Hemos caminado prácticamente sin parar. El grupo se ha ido separando un poco por lo que llevan mejor paso y los que van mas despacio.
4:00 am. 4,700m. Parada de 5 minutos en «La Jabonosa».
4:37 am. 4,750. Llegamos al Refugio de la República de Chile, mas conocido como «Refugio de los 100». Nos dan unos 10 a 15 minutos de descanso. Nos quitamos las mochilas, están heladas. Tengo que ir al baño, así que busco un lugar atrás del campamento; en la oscuridad todo parece lejos y solitario. Llegamos juntos un grupo de 9; antes llegaron otros 5.
Unos 20 o 30 minutos atras viene otro grupo de unas 7 personas. Aquí alcanzamos a distinguir frente a nosotros una ladera ancha y alta. Es una subida muy pronunciada que seguramente nos tomará mas de una hora. Se alcanzan a ver unos pequeñitos puntos de lus que son las lámparas de otras personas subiendo. Hacia atrás también se ven otros que vienen. Apenas se ven a la distancia. En el refugio hay varias personas que pasaron ahí la noche.Los primerizos curioseamos el albergue, las inscripciones rayadas en las paredes, su estructura de madera cubierta de laminad de acero. Parece un vagón de tren… ¿como llegó esto aquí? Hace frío pero he tenido calor casi toda la subida excepto en los pies. La chamarra que traigo es para esquiar en nieve, es demasiado gruesa. El guía nos dice que estamos a 1:30 hrs ¡de llegar a la cima! Ya estamos cansados.
5:34 am. Parada breve de 5 min para tomar agua y comer algo. Estamos a 120 m. de la Cruz de Guadalajara: «Las rodillas» de la Mujer Dormida.
6:35 am. 5,020 m. ¡Llegamos a las rodillas de la mujer dormida! Aquí hay restos de un antiguo albergue que fue destruido por alguna tormenta. El cielo ya está claro, no tarda en amanecer. Es una sensación extraña que estemos cerca de la cima («la meta») y a lo lejos se vea la ciudad llena de luces donde aún la mayoría de las personas aún duermen y nosotros llevamos mas de 5 horas de intensa actividad.
7:00 am. Pasamos por un glaciar. Vamos caminando en una cresta y hay pendientes pronunciadas, cubiertas de nieve, a ambos lados. Muchos metros abajo hay una meseta con un pequeño lago. Seguramente tomaría unas horas y otro equipo bajar hasta ahí. Es una vista hermosa. Atrás, a lo lejos, se ven las nubes cerrándose.
7:56 am. Llegamos a una punta. Desde aquí nos señalan la cima. ¡Esta tan cerca y a la vez tan lejos! Aun tenemos que avanzar otro buen tramo, bajar un columpio grande y volver a subir para llegar ahí. Dan ganas de ya no ir, el cansancio ya pega. No nos dejan detenernos mucho y nos incitan a seguir.
8:25 ¡Llegamos a la cima!
Me gustaría decir que llegamos junto con el amanecer pero nos ganó por poco. La vista es espectacular. A lo lejos, hacia la cabeza hay una gran explanada cubierta de nieve muy blanca. Me darian ganas de «caminar por ahí» pero con lo cansado que estoy ni siquiera lo considero. Nos dicen que es una parada de 15 minutos. ¡¿Tan poco?! Nos dan ganas de sentarnos, descansar, disfrutarlo; pero el plan de los guías es diferente: no hay tiempo que perder, debemos iniciar el descenso.
¡Llevamos la mitad del camino!