23-octubre-2020

Hace algunas cuantas semanas estuve nuevamente en el Canal de la Mancha. Esta vez iba con el plan de nadarlo ida y vuelta… nade únicamente nueve horas con nueve minutos.

No era lo que esperaba, ¡calculaba un nado de aproximadamente 30 horas!

¿Qué sucedió que no pude concluirlo?

¿Que me llevo de esta experiencia?

¿Qué voy a hacer ahora?

No lograr un cruce o un reto de este tipo es, sin duda, un desaliento fuerte. No me había sucedido nada asi antes.

Se que muchas veces los retos fuertes, las experiencias difíciles, los cosas grandiosas, no se consiguen a la primera; a veces ni siquiera la segunda o la tercera.

Alguna vez el capitán Matthew web dijo: “Nothing Great is Easy”. ¡Y sabía de qué estaba hablando! El capitán Web fue la primera persona que logró cruzar en la mancha; no lo logró en su primer intento.

Si soy muy honesto conmigo mismo y le busco muy dentro, incluso en esa parte que sólo yo conozco, puedo ver que realmente tenía grandes dudas de poder conseguirlo. Entrené mucho, muchísimo. Hice el entrenamiento que debía, nadé cientos de horas y cientos de miles de metros.

Como parte del entrenamiento fui aumentando periódicamente aproximadamente cada cuatro semanas la distancia de los lados largos. Desde el inicio, a principios de año, con dos o tres horas. En ese momento, cuando estoy apunto de hacerlos, sé que son un gran reto en si, pero una muy pequeña parte de la meta para la que estoy practicando.

Hay que enfrentarlos como lo que son, una parte de la escalera para llegar a la meta final. También esos entrenamientos son la parte, probablemente, más bonita de estas metas, de estos retos; si no fueran eso: “un proceso” y lo único que tuviera significado fuera llegar y hacerlo, probablemente los grandes retos no valdrían gran cosa.

El proceso y el camino son increíbles: son el reto. Cuántas veces durante el entrenamiento, cuando sabía que iba estar pesado, cuando leía lo que venía el fin de semana (siete horas continuas, por ejemplo, o nueve u 11) y sabía lo que significan, a algunas le entraba con gusto y otras, sin tanto gusto, porque no puedo negar que muchas veces llegó a ser muy difícil.

Recuerdo por ahí de fines de mayo o principios de junio, en uno de los picos más intensos del entrenamiento, ya estaba agotado tanto física como mentalmente de tantos meses de nadar casi diario, de cumplir cada una de las sesiones de entrenamiento con todo lo que representan: el tiempo, la distancia, el frío…

Cada momento individual (me refiero a cada día de nado) llega de una forma distinta a veces es fácil y otras veces de verdad no dan ganas de ir. No soy extremadamente madrugador, pero si nado temprano en la mañana. El 2020, además, no ha sido fácil para nadie; tampoco lo fue para el entrenamiento.

Siempre me consideré afortunado de poder nadar aún cuando muchas personas que conozco no pudieron hacerlo por varios meses. No puedo negar que esa fortuna puede haber sido, al mismo tiempo, buena y mala.

Aún hoy, varias semanas después del intento de cruce, no he logrado saber con precisión cuál fue la razón por la que no pude concluirlo. Seguramente no fue una sola razón y por eso es que no logro encontrarla.

Hoy se más que nunca la infinita cantidad de variables y factores que hacen que un cruce en el Canal de la Mancha o cualquier otro similar, sean un una gran hazaña. Así la llamó hace tiempo el doctor Ilarraza cuándo me practicaba un examen de prueba de esfuerzo por ahí del año 2015 y le platicaba mi intención de cruzarlo. En aquel momento, creo que no dimensioné el significado de sus palabras.

Entonces estaba haciendo el entrenamiento y siguiendo las recomendaciones que recibía, pensaba yo: ¿que tanto podría considerarla una hazaña? Después fui, lo nadé, logré el cruce, y obtuve esa sensación de logro -la satisfacción que acompaña la conminación exitosa de un gran reto-.

No es tan difícil, puede haber pensado. Si te enfocas, si te entrenas, si cumples, lo logras. Obviamente no deja de ser un reto porque hay que hacer todo eso junto con todas las demás cosas que hay que hacer en la vida.

Oh, qué sorpresa me lleve esta vez. Me enfoque, cumplí… y no lo logré.

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