Hoy se cumple exactamente un mes que termine el Ironman de Cozumel. Fue hace poco y parece que fue hace mucho. Ahora que lo pienso, me sorprende cómo funciona el tiempo en nuestra mente: los cercano parece lejano, lo lejano parece cercano, lo lento rápido y lo rápido lento.
Apenas un mes y siento que fue hace muchísimo. Sin embargo, apenas han pasado 4 semanas -aproximadamente una séptima parte del tiempo que duró el entrenamiento-, más o menos el tiempo de un mesociclo del entrenamiento.
No se porque la reflexión de esta entrada de blog empezó con una reflexión del tiempo cuando lo que quería escribir es que estaba muy contento del resultado que logré. Aunque definitivamente me hace reflexionar de lo que he hecho este mes: se aproxima el fin de año y han pasado muchas cosas… estas últimas semanas del año son como un espiral que no para hasta el 24 y durante las cuales no da tiempo de sentarse a contemplarlo ni de pensar mucho.
Como quería escribir esta entrada desde que terminé y se me fue pasando el tiempo, conforme pasaban los días y las semanas decidí que iba escribirla justamente el día que cumpliera un mes. ¿Por qué? Creo que necesito un poco de tiempo para digerirlo.
¿Qué me dejó entonces el Ironman? Además de que ahora “Soy un Ironman” 🤣. (¡Que impresionante lo que hace la mercadotecnia!). “You are an Ironman”… esa frase tan añorada que todos queremos oír al llegar. La impresionante meta, con su larguísima alfombra, muchísima luz, vallas dónde cientos de personas aplauden a los que llegan, la entrega de medallas, la zona de recuperación y al lado la atención médica…
Sin duda la meta es impresionante. Ese lugar donde se cumplen tantos sueños, miles de sueños donde en un dia se rompen límites y miles de personas llegan a más de lo que meses antes creían imposible para si… ¿Qué tanto sería distinto si no fuera así?
A lo mejor ya vislumbras lo que me hizo recapacitar este evento: no solo lo que significa la meta en este evento y la gran diferencia con una meta de otros eventos mucho menos grandes y vistosos. Obviamente, como lo que yo más hago es nadar, inmediatamente viene a mi mente como termina un cruce.
No tengo duda que hacer un Ironman (o un maratón, una carrera de 5k) cruzar un canal o hace cumbre, son retos personales un buen tanto egoístas. Pero al mismo tiempo, también es indudable que el mundo está cambiando rápidamente y que estos retos y estos eventos son cada vez más buscados.
No tengo los datos en este momento, ni es la intención de este post, pero probablemente te has dado cuenta que cada vez hay más personas inscribiendose a carreras (es más, cada vez hay más carreras!), proponiéndose algún reto como inscribirse a sus primeros 10k o a un medio maratón o incluso para cruzar el Canal de La Mancha. El ejemplo más contundente me sorprende mucho: ver fotos del Everest de los últimos años en los que ha habido fila para llegar a la cumbre!
Igual que está sucediendo con la búsqueda de comer mejor, de una vida más sostenible, de una vida más sana… el ejercicio y los eventos deportivos son un reflejo de esta búsqueda por un bienestar personal que el mundo “moderno” nos a robado.
Yo mismo soy un ejemplo de esto. Hace apenas un poco más de 10 años fumaba mucho y hacía muy poco ejercicio. Así como me influenció la mercadotecnia a fumar, también también recibí influencia para una vida sana. Eventualmente sucumbí a ambas: primero al cigarro y luego a la vida deportiva.
Ya me desvié del tema. La intención de esta entrada era escribir qué tal me fue en el Ironman. Ya para no extenderme más y no ser hacerla aburrido, puedo decir que ¡me fue muy bien! En verdad lo disfruté mucho y eso me sorprendió gratamente. Que no se sería otro, pero me dice con muchas ganas de seguir poniéndome retos y disfrutando el camino para llegar a ellos.