Desde hace siglos, en el sábado de gloria le aventaban agua a los transeúntes porque era ‘pecado’ bañarse en Semana Santa, antes del sábado. Costumbres que, bueno, mejor no opino, pero me pareció simpático que justo hoy, sábado de gloria, me tocaba nadar 6 horas continuas… los nadadores nos mojamos solos y por gusto. Y que remojada la de hoy: 6 horas!
He nadado esto y más algunas veces antes, pero hoy me pareció bastante duro porque no había nadado gran cosa las últimas semanas, estoy apenas saliendo de una gripa y hace menos de una semana volvimos de viaje con cambio de horario de 7 horas. Aunque ya no siento el jet lag, seguro hay un cierto cansancio del viaje. La verdad es que hasta dudé hacerlas 6 horas hoy y pensé dejarlas para la próxima semana pero, como soy de esa que prefieren mejor hacerlo «de una vez», pues me las aventé hoy. En mi plan hecho con Nora estaba la opción de dividir las 6 horas en dos días si de plano no me sentía bien. Me sentí cansado, por supuesto, y me dio mucho mucho frío entre la primera y segunda hora de nado -tanto que hasta me sentí atolondrado e incomodísimo, pero aguanté. Estaba seguro que se me iba a pasar y, así fue!!
Supuse que cuando saliera el sol ayudaría a calentarme. Empezamos a las 7:20 am., antes del amanecer, y para las 8 el sol aún no salía de atrás de los montes. Nadé los primeros 4 kilómetros con Marcos Gottfried y después me seguí con el kayak. No creo que a Marcos le haya dado tanto frío, veo que si he bajado mucho de peso y también nos detuvimos algunas veces. Después me dijo el kayakista que también estaba soplando mucho viento frío. En fin, aguanté, aunque no estuvo padre porque creo que me sentí incluso peor que en las 6 horas a 15.5°C de Agosto del año pasado… y hoy estaba el agua como a 20 o 21°C! Definitivamente creo que si voy a planear subir de peso otra vez para el cruce del Canal de Catalina, aunque estoy muy contento con mi peso actual.
La hora 5 estuvo dura también porque había mucho oleaje y con un movimiento incómodo. A veces en el lago de Valle hay un oleaje que viene como de dos lados y mueve de una manera muy peculiar el agua. Literalmente se siente como lavadora. Rodrigo, que me acompañó en el kayak las últimas dos horas, me corrigió varias veces la brazada en este tiempo. Primero me hizo notar que estaba cuchareando la mano izquierda y frenándome al meterla. Después, cuando estaba el movimiento incómodo de la hora 5, me hizo ver que estaba como que palmoteando y salpicado mucho el agua. Me ayudó a fijarme en nadar estirando mejor y cuidando el estilo. De verdad lo estaba haciendo muy mal. Me temo que estaba ya muy cansado y adolorido. Me dolían ya los hombros y las piernas.
En resumen puedo decir que estoy muy contento de haberlo logrado y de haberlo hecho hoy. A fin de cuentas las condiciones no siempre van a ser perfectas en un nado. Y también puede uno estar cansado o cansarse mucho y para lograr un reto hay que seguir y sobrepasar justamente esas cosas. Así que me da mucha felicidad haberlo hecho y logrado hoy. ¿Y que aprendí? Otra vez a enfocarme más en nadar y dejar de estar queriendo hacer de todo un poco. Lo malo es que si me gusta andar en bici y correr de vez en cuando…