Todavía me acuerdo de la primer carrera de 5k que hizo Rodrigo. Me acuerdo bien porque lo acompañé, junto con sus muchos nervios, bien temprano en la mañana a Reforma, cerca del auditorio. Eso fue en el 2009.
Toda una nueva experiencia salir de Bosque Real para estar en Reforma a las 6 y pico de la mañana… para una carrera… ¡¡en domingo!!

En ese entonces jamás me imaginé que hoy no me parecería nada extraño. Antes, levantarse a esa hora solo era para ir al aeropuerto o algo así. Aunque tampoco éramos de carrera (fiesta) muy larga, dormirnos a las 2 o 3 am (con algunas cubitas encima) un viernes (o jueves o sábado) no era nada raro.
Aunque Rodrigo siempre había hecho ejercicio (así que no es un inicio desde cero), ahora se que ir al gym no es, ni cerca, parecido a un entrenamiento -en forma- para llegar a ser un atleta.
Rodrigo ya tenía inquietud de correr desde mucho antes, corría seguramente 15 o 20 minutos en una banda en el gimnasio para calentar (eso creo porque eso hacía yo ¡y me parecía una barbaridad!). Después seguramente empezó a contar kilómetros en vez de tiempo: 2, 3, 4, 5… 6, 7..!
De pronto, un día, se inscribió a una carrera de 10k. Que nervios! 10k! Hoy suena fácil pero haciendo memoria, en ese entonces era, en verdad, un gran reto!


Poco a poco fue entrenando, probando y enterándose mas sobre que es realmente correr. Buscando como mejorar, que se podía y lo que representaba correr.
Casi quiero olvidar que hasta hace unas escasas decenas de meses fumábamos. Si, cigarro tras cigarro, pensábamos que éramos personas sanas porque hacíamos un poco de ejercicio: porque íbamos al gym, porque quizás hacíamos los «30 mínimos minutos» que, según dicen, es lo menos que debe uno hacer diariamente. Si algún día -o algunos varios- no lo hacíamos, no pasaba nada, no nos importaba.
Creo que fue en diciembre de 2010 cuando las cosas cambiaron, sin saberlo siquiera: fuimos a una ruta en bicicleta de montaña en Valle. ¡Que mundo tan diferente, que actividad tan retadora! ¡Que bajadas tan empinadas!

No se si mis recuerdos sean parecidos a los de Rodrigo pero quiero suponer que si. Encontrarnos de pronto en medio del bosque en un camino de tierra (hoy se que se llaman ‘Single Tracks’), frente a una bajada que se veía muy peligrosa y casi imposible… ¡y bajarla en bici! creo que nos cambió para siempre. Nos dio hambre de mas.
No quiero hacer el cuento largo. Algunas fotos hablan por si solas y otras quieren decir mucho para quienes hemos estado ahí:
-La «primer bici»: ¡las Proflex! Muchos años después de la bici de niño y adolescente, esta sirvió para probar si de verdad nos gustaba este nuevo descubrimiento.


-Los crecientes esfuerzos en la montaña -y después en ruta-. Desde una montaña que al principio parecía enorme: Monte Alto, hasta un reciente Gran Fondo -el Triple 3000- ¡de Mexico a Valle de Bravo en bicicleta!

-Me acuerdo de los nervios cuando fuimos a una ruta que durante mucho tiempo quisimos hacer pero que no sabíamos si estábamos listos: Nevado-Valle.

Fue uno de esos retos que, al terminarlo, dejan una hermosa sensación de logro y una sonrisa que dura mucho tiempo. De esos que, cuando cierras los ojos y lo recuerdas, te hacen sonreír para ti mismo porque sabes que no fue fácil y que los nervios y el miedo, la duda o la razón, podrían haberte hecho desistir pero que aún así seguiste firme hasta llegar.
-El primer tritalón en Valle… y el segundo en Monterrey y el duatlón del DF y el de Veracruz y el de Xel-Ha! De verdad se hace vicio, jaja!
-Pertenecer a un equipo, Endurance, fue un parte-aguas. Después de tantos gimnasios, de algunos varios entrenadores y de picar por aquí y por allá, llegó el momento de tener algo más. Se convirtió en una compañía y empuje para superar esfuerzos y buscar nuevas metas y retos.
-El maratón de Paris este 2014 fue, sin duda, la culminación de una meta que demostró que el esfuerzo, perseverancia y enfoque traen consigo grandes satisfacciones.
Todo esto y mucho mas, nos lleva a donde estamos ahora. En Cozumel, a unas horas de que inicie su primer IRONMAN 70.3. Seguro por su cabeza pasan toda clase de pensamientos y toda clase de sentimientos: cuanta emoción, esperanza, dudas, miedo, fuerza…
Tantas horas de entrenamiento, de levantarse muy temprano, de sudar, de mentalizarse… hoy una vez mas (porque cada competencia anterior también tienen su mérito) darán sus frutos. Esas ganas, que a veces hasta cuestan trabajo, es hoy donde cobran un nuevo sentido. La alegría de terminar no la va a borrar nada.
Pocas semanas antes de hoy, un tropezón que acabó en fractura pareció que iba a terminar con este sueño. Sin embargo la increíble determinación que tenía Rodrigo de llegar a Cozumel hizo que no lo detuviera. Casi desde ese momento decidió que no se dejaría abatir y que seguiría entrenando -eso si, con todo cuidado y una buena supervisión del Dr. Solis. Una fractura en el dedo gordo del pie a 6 semanas de la competencia es algo que que hubiera hecho que casi cualquiera desistiera y quizás pospusiera la competencia para otro momento. Que orgullo puede sentir de estar aquí.
Hace muchos años, en un curso de oratoria un profesor nos dijo que sin miedo uno es como un costal de papas, no hay fuerza, no hay nada. (Creo que eso dijo pero a lo mejor ya lo cambié un poco). En fin, lo que quiero decir es que, cuando el reto por delante te causa miedo, es porque vale la pena el esfuerzo y está en ti llegar a la meta, sea cual sea. ¡¡Si puedes!! Somos mas fuertes de lo que creemos y estas pruebas, lo que hacen, es demostrarnos que podemos y darnos la grandísima satisfacción de consumar logros. No es cualquier cosa.
Cuando empecé a escribir esto no esperábamos la última prueba. Shanti se fue de pronto, muy de pronto, sin aviso y sin que aún sepamos porqué. Tan grande y tan fuerte (cuando era tan chiquita) que casi no llegamos acá. Pero, ¡gracias, aquí estamos! Estoy seguro que vas a ser parte del motorcito que va a llevar a Rodrigo a la meta!
Rodrigo: vas a nadar, rodar y correr mucho. Cuando te canses y te preguntes que haces ahí, recuerda que dentro de ti hay algo que te hizo estar aquí y que esa motivación vale todo el esfuerzo! No vas contra nada y hacia nada, vas a disfrutarte en armonía con este mundo hermoso que te va a abrazar en el agua, empujar en la bici y cargar en la carrera para que, cuando cruces la meta, llegues con una sonrisa (y quizás lágrimas) que te dejarán marcado de por vida como un IRONMAN 70.3! ¡Te veo en la meta!