De Inglaterra a Francia: El Atractivo de Nadar el Canal de la Mancha

Por Maik Großekathöfer. 09/06/2013

Para los alpinistas, el Monte Everest es la prueba cumbre. Para los nadadores, es cruzar El Canal de la Mancha. Cada año mas y más personas intentan el viaje, pero solo uno de cada cinco lo logra.

Gino Defolian lleva nadando ocho horas a través del Canal de la Mancha. El sol brilla, el aire esta claro y el agua está en calma y llana pero, las condiciones son engañosas.

Va nadando estilo crawl con una precisión de reloj, consistentemente da 54 brazadas por minuto. Cuando levanta su cabeza para respirar puede ver vagamente su destino en el horizonte, el Cabo Gris Nez, una saliente de la costa Francesa.

Defolian va vestido con una gorra de natación de latex, un traje de baño común y goggles. Sus hombros y axilas, cuello y entrepierna están cubiertos con lanolina para mantener sus músculos flexibles y prevenir rozaduras. Acorde a las reglas, no se permite usar neopreno. Si lo logra, Deflorian de 24 años, será el primer nadador Suizo en cruzar a nado El Canal de la Mancha. El Rowena, un barco de pesca azul, lo acompaña en su travesía, va resoplando a su lado a 1.6 nudos (casi 3 km/hr.). Defolian no debe tocar el barco ni a persona alguna. Si lo hiciera sería descalificado y tendría que salir del agua. Un juez a bordo pone mucha atención y anota los tiempos, coordenadas y el ritmo de brazadas de Deflorian. El hijo del capitán del barco orina sobre la barandilla de popa y Gerard Moerland, el entrenador de Deflorian, va sentado a babor, en una silla de acampar color verde, observando a su nadador. Ignora los ferries, los buques y los gigantescos tanques petroleros, su atención está en Deflorian, asegurando que no comience a manotear el agua en vez de deslizarse en ella. Si eso pasara, sería una señal de que algo estaría mal.

“¿Estoy preocupado? Por supuesto, constantemente,” dice Moerland. Ve su cronómetro y después grita: “¡Capitán! ¡Comida!”

Labios pálidos

Es hora de un aumento de energía, algo que sucede cada 40 minutos. Conforme el barco disminuye la velocidad, Moerland arroja a Defolian una botella y una bolsa, atados a una cuerda. La botella está llena de Coca-Cola y la bolsa contiene un rollo de Nutella. Deflorian se voltea boca arriba y deja que su cuerpo flote a la deriva. Apenas consigue abrir la bolsa porque sus dedos, arrugados y blancos hasta la mitad, tiemblan mucho. Sus labios están pálidos.

El Canal de la Mancha es brutalmente frío, aunque este martes, de fines de Agosto, la temperatura del agua es de 16.8 grados centígrados. El agua conduce el calor 25 veces más efectivamente que el aire. El Canal, literalmente, le esta chupando la vida al nadador.

“Gino, ¿como te sientes?” pregunta Moerland.

Sin respuesta.

“¿Gino?”
“Hace frio,” responde. “Y me duelen los triceps.”
“Okey. Para eso entrenamos. Solo sigue nadando.”

Deflorian se traga la última mordida y comienza a nadar nuevamente. A dado 25,326 brazadas desde las 9:25 de la mañana, cuando empezó su viaje en una playa rocosa en el parque Samphire Hoe, directamente en el Eurotunel.

Deflorian sigue nadando. Ahora lleva ya 25,410 brazadas. De pie al timón del Rowena se encuentra el capitán, conocido como el piloto, quien lo guía a través del Canal. “Empieza a sufrir gradualmente,” dice. “Los demonios del Canal están tratando de llevárselo.”

Deflorian sigue nadando. 25,912 brazadas.

El Canal de la Mancha es para los nadadores de largas distancias lo que el Monte Everest para los alpinistas: la leyenda mas grande que su deporte ofrece. La franja de mar entre Inglaterra y Francia mide 33 kilómetros (21 millas) en su punto mas angosto. También es uno de las rutas marítimas mas transitadas, unos 500 barcos que pasan por ahí cada día. Cruzar a nado el Canal es una experiencia extrema, una prueba de voluntad y un reto personal.

Un Purgatorio

Por ningún motivo es una aventura exclusiva. A finales del 2012, 1,341 nadadores han logrado cruzar a nado el Canal y mas nadadores lo intentan cada año. En la temporada de este año, de Junio a Septiembre, unos 300 nadadores lo intentarán, pero solo uno de cada cinco lo logrará. A la fecha ha habido ocho decesos registrados.

“Lo único que cuenta es llegar. Esa es la lección que te enseña el Canal de la Mancha. Es un purgatorio. Si fuera fácil cruzarlo, no te haría nada. Una vez que lo has logrado, eres una persona diferente.” dice Kevin Murphy, el llamado Rey del Canal, quien lo ha nadado 34 veces, mas que cualquier otra persona en la historia.

Murphy, nació en 1949, fue un niño regordete que no era bueno en soccer por lo que comenzó a nadar. Una lista de certificados que documentan sus logros cuelgan del vestíbulo de su apartamento en Dover. Ha cruzado a nado el Loch Lomond, el lago mas grande de Escocia, y ha cruzado el canal entre Irlanda y Escocia. “Pero solo logras ser un verdadero héroe cuando has logrado el Canal. Le gana a todo lo demás,” dice Murphy. Ha sido rescatado del agua cuando perdió el conocimiento, ha sido operado de ambos hombros y ha sufrido un infarto al corazón. Murphy es una ruina. No ha nadado en siete años. “Mentalmente, ya no puedo soportar más la soledad en el agua,” dice. Al final el Canal le cobró.

Aquellos quienes esperan cruzar el canal deben registrarse con una de dos organizaciones. Murphy es el secretario honorario de una de ellas, Channel Swimming & Piloting Federation. Para recibir permiso de Murphy y embarcarse en un cruce, los nadadores deben probar que hayan nadado seis horas sin parar en agua con temperatura de no mas de 16 grados centígrados. Esta regla se estableció hace cinco años. “Pensamos aumentarla a ocho horas,” dice Murphy. “Por Susan.”

‘Posiblemente un ataque al corazón’

Se refiere a Susan Taylor, mujer inglesa que murió a mediados de Julio, a menos de dos kilómetros de la costa Francesa, y después de 16 horas de nado. Murphy era su instructor mientras ella estuvo en un campamento de entrenamiento en la isla de Malloca, en el Mediterraneo, en abril.

“Nunca pensé que fuera a tener problemas.” Taylor tuvo que vomitar porque estaba exhausta y y había tragado mucha agua salada, le dijo a Murphy el hermano de Taylor, quien iba en el barco de apoyo. No estaba lejos de la costa Francesa y no quería darse por vencida. Dejo de nadar estilo crawl y cambió a pecho, pero después de 10 o 12 brazadas dijo que no podía sentir las piernas. “Solo dio dos brazadas más,” dice Murphy. “Sospecho que fue hipotermia o deshidratación, posiblemente un ataque al corazón.”

Ya han sido nueve horas y 20 minutos y Deflorian sigue nadando, 29,538 brazadas hasta este momento. Es hora de comer nuevamente. Comer es el único receso par el nadador, cuyo cuerpo se convierte en una zona de crisis. El frío es como un roedor que va carcomiendo su camino hacia el interior. Ha habido nadadores que han llegado a tener una temperatura amenazante, de hasta 31 grados centrígrados, en el núcleo de su cuerpo, al llegar a su destino.

Esta vez su equipo arroja a Deflorian una barra de energía sabor miel y una bebida para deportistas que contiene 90 por ciento de carbohidratos. Quema alrededor de 800 kilocalorías por hora, equivalente a una y media barras de chocolate o a ocho y media rebanadas de pan entero. “No puedes comer lo suficiente para compensarlo,” dice el entrenador Moerland. “Necesitas reservas.”

La grasa corporal es un salvavidas en el Canal de la Mancha porque aísla el cuerpo, le da flotabilidad y provee energía. Por semanas, la mayoría de los nadadores engordan con una dieta agonizante que consiste en grandes cantidades de tocino, pasta y nueces. Las mujeres son mas exitosas en los cruces del Canal porque normalmente tienen mas grasa corporal que los hombres.

Deflorian mide 1.85 metros de alto y pesa 92 kilogramos. Solo tiene 14 por ciento de grasa corporal. No es obeso, solo rechoncho y de pecho amplio. “Tiene la forma de una ballena,” dice Moerland, “pero lo podría caer bien un poco mas de grasa alrededor de sus costillas. El movimiento debe de mantenerlo caliente.”

Picaduras dolorosas

“¿Todo bien, Gino?” pregunta Moerland. “¿Puedes orinar?”

“Si, pero es difícil.”

Como el abdomen se enfría, se acalambra y los nadadores tienen problemas para orinar. Es común que algunos nadadores tengan que abandonar el nado porque sienten como si sus vejigas fueran a explotar y no puedan aguantar más el dolor. Algunos otros se marean al nadar entre olas de hasta uno y medio metros de altura, mientras que otros tienen que lidiar con dolorosas quemaduras de medusas melena de león.

Moerland viene preparado. Trae acetaminofeno para el dolor, antihistamínicos, cafeína para combatir la fatiga y cinarizina para el mareo y nausea.

“¡Vamos Gino, adelante!” grita Moerland. Deflorian sigue nadando. 29,545 brazadas. En el minuto que le tomo comer flotó a la deriva alejándose entre 120 y 150 metros del barco. Las corrientes del Canal de la Mancha, provocadas por las mareas, pueden llegar a los 6 nudos (11 km/hr.) y arrastran a los nadadores como si fueran botellas vacías.

Esa es la razón por la que nadie puede cruzar a Francia en línea recta, sino haciendo una ruta curva. Primero la marea alta (pleamar) empuja al nadador hacia el noreste y después el reflujo lo empuja de regreso hacia el sureste. Los nadadores que logran cruzar el Canal nadan por lo menos 44 kilómetros.

Deflorian va nadando cerca de la proa del Rowena, donde el piloto puede verlo. Para el nadador el piloto es como un perro guía. Él decide cuando se llevará a cabo el nado y que curso seguirán.

El piloto de Deflorian ha trabajado como pescador por mas de 40 años. Pesca cangrejo, mejillones y moluscos, pero trabajar con nadadores del Canal es mucho mas lucrativo. Cobra £2,300, aproximadamente €3,000 por cruce. En las semanas cuando las corrientes son especialmente favorables, rutinariamente hay tres nadadores por día que intentan cruzar el Canal. Los pescadores nunca podrían ganar esa cantidad de dinero pescando.

Muy riesgoso

Hay 13 pilotos oficialmente aprobados. Algunos están reservados hasta con cuatro años de anticipación.

Deflorian lleva ya 10 horas y 25 minutos en el agua, sigue nadando a 54 brazadas por minuto. El sol se está poniendo detrás de él y enfrente hay luna llena, sobre el Cabo Gris Nez. Hay siete nadadores en el agua hoy. Por reglas impuestas por la guarda costera Francesa no se permiten mas de 12 barcos de apoyo por día. Como los guarda costas Franceses opinan que nadar a través del Canal es muy riesgoso, prohibieron que los nadadores salgan de sus costas hace 20 años, pero aún permiten a los nadadores llegar desde Inglaterra.

Moerland está de pie junto a la barandilla, moviendo los brazos y gritando: “¡Vamos Gino, vamos!” El piloto, observando de reojo la pantalla del radar y el mapa de su monitor, dice: “Si todo sale bien, llegará en menos de una hora. Pero si no, y choca con la pared, la corriente lo empujará mas allá del cabo.”

Pero Deflorian no se topa con una pared, levantando un brazo tras otro, metro a metro. 32,940 brazadas. Es tan impasible en el agua como es en tierra.

Hace un año, Moerland le preguntó a Deflorian si le interesaría cruzar nadando el Canal. Se conocen de su club en Uster, un pueblo cerca de Zürich. Moerland es de Holanda, un país con una larga tradición de nadadores de largas distancias. A entrenado a nadadores para cuatro Juegos Olímpicos. Deflorian ha sido un nadador competitivo desde su juventud, y tiene talento, “pero nunca lograría llegar a un Campeonato Mundial o a las Olimpiadas,” dice Moerland. “El Canal de la Mancha es justo lo adecuado para él.”

‘Tengo hambre’

“No hay nada más para mi,” dice Deflorian. “Simplemente quiero nadar de Inglaterra a Francia.”

Llegaron dos semanas antes de la fecha planeada para el cruce. Deflorian practicó en la cuenca del puerto de Dover todos los días junto con un grupo de otros nadadores: dos mujeres estudiantes de Chicago, un cardiocirujano de Cape Town y un japonés, de 70 años de edad, de Hiroshima.

Poco después comenzó a soplar mucho viento con ráfagas de hasta 6 en la escala de Beaufort y Deflorian tuvo que esperar. Además, el hombre Japonés tenía lugar antes que él. Dos equipos de filmación, uno en el barco y otro desde un helicóptero, filmaron su nado. Desistió después de 12 horas, a cinco kilómetros de su destino, porque las fuertes corrientes no le permitieron llegar a tierra.

El Rowena se detiene a 1,160 metros del Cabo Gris Nez porque el agua es poco profunda. Un bote de remos acompaña a Deflorian el último kilómetro pues, aunque cerca, aún lo lo logra. Algunos nadadores llegan tan exhaustos que no pueden terminar este corto último tramo.

Se está haciendo de noche, Deflorian siguen nadando. “¡Yippie!” grita Moerland, brincando sobre la cubierta. Deflorian se arrastra fuera del agua sobre la playa. Cuando se quita los goggles, sus ojos se ven sumidos dentro de sus órbitas. Finalmente, se pone de pie en la playa y levanta sus puños hacia el cielo. Su boca es una pequeña linea, como si estuviera paralizada pero, después, esboza una sonrisa. Lo logró. Después de 11 horas y 6 minutos en el Canal de la Mancha. Y después de nadar 35,100 brazadas estilo crawl.

“Estoy orgulloso de mi mismo,” dice, “y tengo mucha hambre.” Las luces de un restaurante brillan a su espalda, como insinuandosele. En oferta: 12 ostras por €28.

Texto original en Alemán. Traducido al inglés por Christopher Sultan y publicado en Spiegel on Line International el 6 de Sept. 2013. Traducido al español por Carlos Acosta.

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